lunes, 24 de diciembre de 2007

¿Qué se recuerda hoy?


Allá veníamos los niños
corriendo después de las doce
la tierra parecía brillar más que de costumbre
y los tesoros venían acarreados en camiones de caucho.
Traíamos entre los dedos cascabeles lustrosos
muñecas parpadeando como por milagro,
autitos que para mi hermano eran el Max 5,
Meteoro repitiéndose en el patio de la casa,
veníamos con millares de cachureos
comprados en la "Casa Paez",
minúsculas fortunas pintadas con témpera
anillos imposibles sembrados de arcoiris,
pocillitos que la abuela amontonaba sobre el mueble viejo.
Y los fuegos artificiales cayendo en la espalda de mi hermano
y yo salvando de la hoguera a quien hoy me empujaría a ella sin dudarlo.
Allá veníamos los niños
mirándonos redondos en las bolitas espejo que colgaban del árbol
mirándonos pececitos azulesrosasynaranjas
volando sobre la aguja solitaria que repetía los surcos al terminar el disco.
Cuántos venían al pesebre?
De dónde el olor a noche buena irrepetible?
Será que a mayor altura los aromas se disipan?
Será que los años desandan el camino de la estrella?
Allá vendrán los niños
corriendo después de las doce
traerán entre los dedos
pececitos redondos mirándonos bribones
y serán sus ojos las bolitas espejo que nos devuelven
y serán sus voces agujas solitarias repitiendo los surcos al terminar la noche.
Cuántos vuelven al pesebre?
Yo tengo dos que ya quebraron la cabeza de Gaspar el Mago
yo tengo dos diciendo "todo esto es precioso"
yo tengo dos volviendo por el camino de la estrella.

María Alicia Pino

martes, 18 de diciembre de 2007

Matriz Violeta

La he escuchado por segunda vez este fin de semana, en ambas el corazón se enfría y calienta como la fiebre que no me ha dado tregua, como el resfrío. Parece que mi cuerpo se rebeló a la pérdida de su matriz. Sólo tengo que convencerlo que seguimos juntos y que hay hijos y futuro, y jardines, no sólo tormenta, tengo que convencerlo que la creatividad florece en el centro de mi cabeza, que se expande desde mi corazón y que si la matriz ya no existe, hoy soy toda yo una matriz viva, y quizás por eso hoy, inauditamente, inéditamente aparece Violeta con su fuerza matriz tormenta cosmos, aparece Violeta transmutando la pérdida en memoria, enmienda, resurrección. Por eso debe ser que después de la elegía a mi madre, germinó el dragón blanco desde el fondo de la tierra. El útero fue la ofrenda. Ellas entregaron la vida.
María Alicia


Video sobre Violeta Parra

Elegía


Memorias, White Alexander


Y ahí estabas tú, madre,
guardada en el útero leñoso,
arrastrada por lo vampiros
hasta sus cuevas evangélicas.

Ahí estabas tú, madre,
con tu faz traslúcida y ausente
acerada,
pétrea,
atestiguando desde la orilla de mi hombro
que aquella que ahí yacía
crisálida gris ante mis ojos,
no eras tú.

Tú marchabas a esa hora
más al norte,
entre caminos grises del asfalto,
entre los espinos y las aguas
tú marchabas decidida a paso lento
tú, guarecida de la muerte
sosteniendo el último crujir de tu aliento
para depositarlo
definitivo y estrellado
en los labios puros de ella.

Tu aliento, madre,
yace en su corazón pequeño.

Te rescatamos del último sarcófago
para la ecuación definitiva.

María Alicia Pino

jueves, 6 de diciembre de 2007

El cantautor Patricio Liberona en la inauguración del nuevo BiblioMetro


Stephano Vitale

Las cosas tienen una inteligencia que las ordena y las vincula. Como ustedes ya sabrán, Malicia Blues ha creado el blog del mítico y talentoso cantautor Patricio Liberona. A raíz de esta nueva publicación recibió un mail de Cynthia Suárez Ramirez, Coordinadora del Programa Bibliometro, en donde solicitaba contactar al mencionado artista. Finalmente el encuentro se concretó y ahora estamos ¡todas las Comadrejas invitadas a la inauguración del nuevo Bibliometro!, ubicado en la Estación Vespucio Norte. En esta oportunidad podremos disfrutar de la presentación de Patricio Liberona, quien mostrará un par de cuentos de su última obra "Cuentos Universales Musicalizados".
Este evento que contará con la presencia de la directora de la Dibam, la señora Nivia Palma, se llevará a cabo el día sábado 15 de Diciembre de 2007, a las 11:00 hrs en la estación antes mencionada, y como dijo Cynthia "estás cordialmente invitada tú y todos los que quieran venir".



¡Vamos Comadrejas, a salir de las guaridas y a invadir cada rincón de la última estación!

Los carros, cuando tienen un destino, se van hilando uno a uno. Las locomotoras como agujas de la abuela, van abriendo el surco en este lienzo universal. Desde las ventanas de los trenes las estrellas se ven más cerca.

La Comadreja


El tren para unos cuantos, José Manuel Gómez

Y como regalo para todas las Comadrejas resucitadas (a propósito de estaciones y trenes), el siguiente poema de Jorge Teillier:

LOS TRENES DE LA NOCHE

1
El puente en medio de la noche
blanquea como la osamenta de un buey.
Entre la niebla desgarrada de los sauces
debían aparecer fantasmas,
pero sólo pudimos ver
el fugaz reflejo de los vagones en el río
y las luces harapientas
de las chozas de los areneros.
2
Nos alejamos de la ciudad
balanceándonos junto al viento
en la plataforma del último carro
del tren nocturno.
Pronto amanecerá.
los fríos gritos de los queltehues
despiertan a los pueblos
donde sólo brilla la luz
de un prostíbulo de cara trasnochada.
Pronto amanecerá.
En las ciudades
miles de manos se alargan
para acallar furiosos despertadores.

Pronto amanecerá.
Las estrellas desaparecen
como semillas de girasol
en el buche de los gorriones.
Los tejados palpitan en carne viva
bajo las manos de la mañana.

Y el viento que nos siguió toda la noche
con cantos aprendidos
de torrentes donde no llega el sol,
ahora es ese niño desconocido
que se despierta para saludarnos
desde un cerezo resucitado.

3
Recuerdo la Estación Central
en el atardecer de un día de diciembre.
Me veo apenas con dinero para tomar una cerveza,
despeinado, sediento, inmóvil,
mientras parte el tren en donde viaja una muchacha
que se ha ido diciendo que nunca me querrá,
que se acostaría con cualquiera, menos conmigo,
que ni siquiera me escribirá una carta.
Es en la Estación Central
un sofocante atardecer
de un día de diciembre.

7
El sol apenas tuvo tiempo para despedirse
escribiendo largas frases
con la negra y taciturna sombra
de los vagones de carga abandonados.
y en la profunda tarde sólo se oye
el lamentable susurro
de los cardos resecos.

8
Una estrella nueva
sobre los cercos rotos.
Sobre los cercos rotos de orillas de la línea
a los que vienen a robar tablas este invierno
los habitantes de las poblaciones callampas.

9
Yo hubiese querido ver de nuevo
el pañuelo de campesina pobre
con que amarraste tu cabellera desordenada por el puelche,
tus mejillas partidas por la escarcha
de las duras mañanas del sur,
tu gesto de despedida
en el andén de la pequeña estación,
para no soñar siempre contigo
cuando en la noche de los trenes
mi cara se vuelve hacia esa aldea
que ahogaron las poderosas aguas.

13
Sobre el techo recién pintado de azarcón
de la bodega triguera
enredada en la humareda que deja el tren nocturno
aparece una luna con cara de campesino borracho,
enrojecida por el resplandor de los roces a fuego.

14

Podremos saber
que nada vale más
que la brizna roída por un conejo
o la ortiga creciendo
entre las grietas de los muros.
Pero nunca dejaremos de correr
para acompañar a los niños
a saludar el paso de los trenes.

De "Los trenes de la noche y otros poemas" 1964

La invitación


(Para ampliar la imagen, pichar sobre ella)

jueves, 29 de noviembre de 2007

Quien fuera sólo un recuerdo





No sé si te acuerdas
Yo sí,
Las tardes eran frescas
El viento despejaba nuestras dudas
Y la calle recibía pasos apurados resolviendo la amistad.
El hombre cabello oscuro
El hombre bueno desgranando flores para nosotras
No sé si se habrá repetido en tu vida la tierra a los pies
No sé si se habrá repetido la tibieza de aquellos minutos
La brisa, el aroma
El Jacarandá brillando entre sus ramas
Y nuestras risas.
Sólo sé que la micro cambió su recorrido
Como los corazones
Sólo sé que él duerme más cerca de los mares
Como el recuerdo
Sólo sé que hemos llegado a la estación inevitable
La del llamado
Cuando los trenes por fin se detienen
Y desgranan hombres y mujeres despertando
Sólo sé que hemos llegado
A la memoria de las flores sobre el Jacarandá.

María Alicia
(A Viviana)

viernes, 23 de noviembre de 2007

Mujeres que miran a distintos lados



Aída y Azor González Hernandez


Dos mujeres miran a distintos lados.

Una contempla el infinito para atraparlo de un vistazo
Otra transforma con calma el horizonte dibujando
soñados escenarios

Miraron desde que nacieron a distintos lados
Una se contentó con la vetusta mirada que la asisitió en su nacimiento
Otra fijó su primer recuerdo en los ojos ausentes del padre

Con la juventud siguieron mirando a distintos lados
Una se acomodó en la trastienda del hogar
Otra se resistió armando un laborioso juego con el saber

Ya de treinta y tantos ambas mujeres intentaron mirarse y encontrarse
Pero sus miradas siguieron descolgando de algún rincón
la extraña sutileza de las que son hermanas
no tan hermanas

pero amigas al fin y al cabo.


Marcela Sandoval (Klara)
Antología Poética "Benditas Locas" (2003)


Te ruecuerdo Amanda, Víctor Jara

sábado, 17 de noviembre de 2007

BALADA PARA UN LOCO (1969)




Letra: Horacio Ferrer.
Música: Astor Piazzolla.


Las tardecitas de Buenos Aires tiene ese qué sé yo, ¿viste?
Salgo de casa por Arenales, lo de siempre en la calle y en mí,
cuando de repente, detrás de ese árbol, se aparece él,
mezcla rara de penúltimo linyera y de primer polizonte
en el viaje a Venus. Medio melón en la cabeza,
las rayas de la camisa pintadas en la piel,
dos medias suelas clavadas en los pies,
y una banderita de taxi libre en cada mano... Ja...ja...ja...ja...
Parece que sólo yo lo veo, porque él pasa entre la gente
y los maniquíes me guiñan, los semáforos me dan tres luces celestes
y las naranjas del frutero de la esquina me tiran azahares,
y así, medio bailando, medio volando,
se saca el melón, me saluda, me regala una banderita
y me dice adiós.



Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao,
no ves que va la luna rodando por Callao
y un coro de astronautas y niños con un vals
me baila alrededor...
Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao,
yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión;
y a vos te vi tan triste; vení, volá, sentí,
el loco berretín que tengo para vos.
Loco, loco, loco, cuando anochezca en tu porteña soledad,
por la ribera de tu sábana vendré, con un poema
y un trombón, a desvelar tu corazón.
Loco, loco, loco, como un acróbata demente saltaré,
sobre el abismo de tu escote hasta sentir
que enloquecí tu corazón de libertad, ya vas a ver.


Y así el loco me convida a andar
en su ilusión súper-sport,
y vamos a correr por las cornisas
con una golondrina por motor.
De Vieytes nos aplauden: Viva, viva...
los locos que inventaron el amor;
y un ángel y un soldado y una niña
nos dan un valsecito bailador.
Nos sale a saludar la gente linda
y el loco, pero tuyo, qué sé yo, loco mío,
provoca campanarios con su risa
y al fin, me mira y canta a media voz:




Quereme así, piantao, piantao, piantao...
trepate a esta ternura de loco que hay en mí,
ponete esta peluca de alondra y volá, volá conmigo ya:
vení, quereme así piantao, piantao, piantao,
abrite los amores que vamos a intentar
la trágica locura total de revivir,
vení, volá, vení, tra...lala...lara...


viernes, 16 de noviembre de 2007

La Columna del Reverendo Prelle




Canción para la niña

La niña se esconde
por los días
Besa sus manos como
mordiendo una toalla.
Llora, sí,
como lloran las niñas,
ella viste de vestidos
con girasoles y duendes.
Cuando se disfraza
de adulta
usa collares de perlas
y sombreros gigantescos.
La niña se oculta
tras las puertas
para escuchar
los corazones ajenos

y cuando
te encuentra el alma

te ama

con todas sus agallas de niña.

La niña es un volcán pequeño
sobre un pequeño poblado.

La niña es la niña
es de la casa
y de la villa

es de todos
y mía.

La niña corre
por su pequeño cuerpo
y se choca en aceleraciones.

Ella besa mi mano
cuando duerme.

Italo Prelle Sepúlveda

jueves, 15 de noviembre de 2007

Resistiré




Cuando pierda todas las partidas
Cuando duerma con la soledad
Cuando se me cierren las salidas
Y la noche no me deje en paz

Cuando sienta miedo del silencio
Cuando cueste mantenerse en pie
Cuando se rebelen los recuerdos
Y me pongan contra la pared

Resistiré, erguido frente a todo
Me volveré de hierro para endurecer la piel
Y aunque los vientos de la vida soplen fuerte

Soy como el junco que se dobla,
Pero siempre sigue en pie
Resistiré, para seguir viviendo
Soportaré los golpes y jamás me rendiré
Y aunque los sueños se me rompan en pedazos

Resistiré, resistiré.

Cuando el mundo pierda toda magia
Cuando mi enemigo sea yo
Cuando me apuñale la nostalgia
Y no reconozca ni mi voz

Cuando me aminace la locura
Cuando en mi moneda salga cruz
Cuando el diablo pase la factura
Se alguna vez me faltas tu
Resistiré...
O si alguna vez me faltas tú.

Resistiré, erguido frente...

Dúo Dinámico


La marcha de la bronca




Bronca cuando ríen satisfechos
al haber comprado sus derechos,
Bronca cuando se hacen moralistas
y entran a correr a los artistas,
Bronca cuando a plena luz del día
sacan a pasear su hipocresía,
Bronca de la brava, de la mía,
bronca que se puede recitar,
Para los que toman lo que es nuestro
con el guante de disimular,
Para el que maneja los piolines
de la marioneta general.
Para el que ha marcado las barajas
y recibe siempre la mejor.
Con el as de espadas nos domina
y con el de bastos entra a dar y dar y dar.
¡Marcha! Un, dos...
No puedo ver
tanta mentira organizada
sin responder con voz ronca
mi bronca,
mi bronca.
Bronca porque matan con descaro,
pero nunca nada queda claro.
Bronca porque roba el asaltante,
pero también roba el comerciante.
Bronca porque está prohibido todo,
hasta lo que haré de cualquier modo.
Bronca porque no se paga fianza
si nos encarcelan la esperanza.
Los que mandan tienen este mundo
repodrido y dividido en dos.
Culpa de su afán de conquistarse
por la fuerza o por la explotación.
Bronca, pues entonces, cuando quieren
que me corte el pelo sin razón,
es mejor tener el pelo libre
que la libertad con fijador.
¡Marcha! Un, dos...
No puedo ver
tanta mentira organizada
sin responder con voz ronca
mi bronca,
mi bronca.
Bronca sin fusiles y sin bombas.
Bronca con los dos dedos en Ve.
Bronca que también es esperanza.
Marcha de la bronca y de la fe...

"La marcha de la bronca", 1970
Pedro y Pablo

Marcha de la bronca Buenos Aires Rock

sábado, 10 de noviembre de 2007





MALICIA


Tenías una vida en tu interior

Una manzanita muy eucalipto

Una piña hecha cereza

Tenías una vida en tu interior

Una manzanita muy eucalipto

Una piña hecha cereza

Y una flor convertida en nube.


Todo vuelve a la Pachamama

Y desde ahí volará la estrella

Para comer gratitud con pan.

Para comer gratitud con pan.


Karina Zapata

sábado, 3 de noviembre de 2007

De visita al pueblo de mi hermano



Cógeme,
llévame a los nichos,
hay tanto de qué hablar,
bordea la reja que se propaga por los límites,
siente al oriente deslizar las sombras
que refrescan.

El silencio deambula callejones
con árboles al centro,
mira estrellas maravillosas,
hojas temblando abundantes
y nos saluda escandaloso
donde el viento
se cruza con el sol de mediodía.

Allá mi hermano sentado sobre la piedra.

¿Sabías que los durmientes juegan con tu recuerdo
y el latido de las locomotoras es el mismo
de hace años?

El río pasa más allá de los paltos
y yo sigo sin bajarme de la rama hasta que llegues.

Hoy pasé por la muerte
y me detuve a buscarte,
llevo horas en los andenes
deshojando los años.

Por el norte una nariz de fierro se agiganta.

Coje mi mano que descansa sobre los rieles
no pasaré en vano las estaciones.


María Alicia Pino
(Al cumplirse 27 años de la muerte de mi hermano Peter. (4 de Noviembre de 1980)
Es imposible haber caminado tanto sin tu compañía, es inaudito escribirlo 27 años después. Sólo la noche mantiene las estrellas en el mismo lugar, esta noche es la misma que aquella. Los mismos cometas, las mismas bicicletas, ...yo sé que has de volver)







La bicicleta blanca


Música: Astor Piazzolla
Letra: Horacio Ferrer
(polca/tango)

Lo viste. Seguro que vos también, alguna vez, lo viste: te hablo de ese eterno ciclista solo, tan solo, que repecha las calles por la noche.
Usa las botamangas del pantalón bien metidas en las medias y una boina calzada hasta las orejas, ¿te fijaste? Nadie sabe, no, de dónde cuernos viene, jamás se le conoce a dónde diablos va.
De todos modos, si lo vieras pasar, miralo con mucho Amor: puede que sea, otra vez...

El flaco que tenía la bicicleta blanca;
silbando una polkita cruzaba la ciudad.
Sus ruedas, daban pena: tan chicas y cuadradas
¡que el pobre se enredaba la barba en el pedal!

Llevaba, de manubrio, los cuernos de una cabra.
Atrás, en un carrito, cargaba un pez y un pan.
Jadeando a lo pichicho, trepaba las barrancas,
y él mismo se animaba, gritando al pedalear.

"¡Dale, Dios!... ¡Dale, Dios!...
¡Meté, flaquito corazón!
Vos sabés que ganar
no está en llegar sino en seguir..."

Todos, mientras tanto, en las veredas,
revolcándonos de risa
¡lo aplaudimos a morir!
y él, con unos ojos de novela,
saludaba, agradecía,
y sabía repetir:

"¡Dale, Dios!... ¡Dale, Dios!...
¡Dale con todo, Dale, Dios!..."

Pero cierta noche, su horrible bicicleta con acoplado entró a sembrar una enorme cola fosforescente. ¡Increíble!: los pungas devolvían las billeteras en los colectivos; los poderosos terminaban con el hambre; los ovnis nos revelaban el misterio de la Paz; el Intendente, en persona, rellenaba los pozos de la calle, y hasta yo, pibe, yo que soy las penas, lloré de alegría bailando bajo esa luz la polka del ciclista.

Después, no sé, ¡te juro!, por qué siniestra rabia,
no sé por qué lo hicimos ¡lo hicimos sin querer!,
al flaco, ¡pobre flaco!, de asalto y por la espalda,
su bicicleta blanca le entramos a romper.

Le dimos como en bolsa, sin asco, duro, en grande:
la hicimos mil pedazos... Y, al fin, yo vi que él,
mordiéndose la barba, gritó: "¡Que yo los salve!..."
Miró su bicicleta, sonrió, se fue de a pie.

(Mi viejo Flaco Nuestro que andabas en la Tierra: ¿Cómo no te diste cuentas que no somos ángeles sino hombres y mujeres?)

Flaco,
no te pongas triste,
todo no fue inútil,
no pierdas la fe...
en un cometa con pedales
¡dale que te dale!
yo sé que has de volver...

domingo, 28 de octubre de 2007

Después de todo nos volveremos a encontrar. Jorge Teillier




DESPEDIDA

"...el caso no ofrece
ningún adorno para la diadema de las Musas.!
Ezra Pound




Me despido de mi mano
que pudo mostrar el paso del rayo
o la quietud de las piedras
bajo las nieves de antaño.

Para que vuelvan a ser bosques y arenas
me despido del papel blanco y de la tinta azul
de donde surgían los ríos perezosos,
cerdos en las calles, molinos vacíos.

Me despido de los amigos
en quienes más he confiado:
los conejos y las polillas,
las nubes harapientas del verano,
mi sombra que solía hablarme en voz baja.

Me despido de las Virtudes y de las Gracias del planeta:
Los fracasados, las cajas de música,
los murciélagos que al atardecer se deshojan
de los bosques de casas de madera.

Me despido de los amigos silenciosos
a los que sólo les importa saber
dónde se puede beber algo de vino,
y para los cuales todos los días
no son sino un pretexto
para entonar canciones pasadas de moda.

Me despido de una muchacha
que sin preguntarme si la amaba o no la amaba
caminó conmigo y se acostó conmigo
cualquiera tarde de esas que se llenan
de humaredas de hojas quemándose en las acequias.
Me despido de una muchacha
cuyo rostro suelo ver en sueños
iluminado por la triste mirada
de trenes que parten bajo la lluvia.

Me despido de la memoria
y me despido de la nostalgia
-la sal y el agua
de mis días sin objeto -

y me despido de estos poemas:
palabras, palabras -un poco de aire
movido por los labios- palabras
para ocultar quizás lo único verdadero:
que respiramos y dejamos de respirar.



De El árbol de la memoria, 1961
También en: Los dominios perdidos, 1992.


Fin del Mundo


El día del fin del mundo
será limpio y ordenado
como el cuaderno del mejor alumno.

El borracho del pueblo
dormirá en una zanja,
el tren expreso pasará
sin detenerse en la estación,
y la banda del Regimiento
ensayará infinitamente
la marcha que toca hace veinte años en la plaza.

Sólo que algunos niños
dejarán sus volantines enredados
en los alambres telefónicos,
para volver llorando a sus casas
sin saber qué decir a sus madres
y yo grabaré mis iniciales
en la corteza de un tilo
pensando que eso no sirve para nada.

Los evangélicos saldrán a las esquinas
a cantar sus himnos de costumbre.
La anciana loca paseará con su quitasol.
Y yo diré: "el mundo no puede terminar
porque las palomas y los gorriones
siguen peleando por la avena en el patio".

Hay poesía. Luis Weinstein

miércoles, 27 de junio de 2007

Ha muerto Claudio Giaconi





Queridas Comadrejas:

Me he enterado, hace pocos segundos, a través de internet, de esta noticia y quiero compartir con todos una imagen poética de Claudio que conmovía a sus amigos por allá por los 90 en una habitación de las torres San Borja. "Una paloma muere en las avenidas de Nueva York". Ni siquiera recuerdo claramente el texto, ni las palabras exactas (precisión que por esos años eran tan sustancial), sólo evoco a un hombre delgado y joven, eternamente joven, atestiguando la muerte desde el borde de la calle.

Era Giaconni antes de su poema.

Y hoy, cuando ha partido, veo esta misma paloma muriendo en la mitad de la avenida y veo a Claudio mirándose impávido desde la acera.

Como un homenaje a este joven viejo que saludaba con amabilidad, a continuación presento el texto íntegro que encontré en la coctelera.com


Estimados socios, comunicamos que hace unos momentos ha fallecido el brillante poeta y emblemático escritor, de la generación del 50, autor de los cuentos de "La Difícil Juventud" Claudio Giaconi.

Daremos más información durante las próximas horas.

Nuestras condolencias a su familia y a la comunidad de escritores. De la Secretaria General de la SECH



CLAUDIO GIACONI: EXCESOS DE UNA MENTE BRILLANTE

Hora de visita

Iván Quezada

El emblemático escritor de la Generación del 50, autor de los cuentos de La difícil juventud, pasa por el trance más complejo de su existencia: se recupera penosamente de una tuberculosis que lo tiene recluido en un hospital de Santiago. La dolencia es producto de la desnutrición y cierto caos en su vida personal. ¿O acaso es víctima de su propio mito? No lo sabe, pero está decidido a persistir en su camino.



Claudio Giaconi, desde su habitación en el Hospital Barros Luco, en Gran Avenida, había enviado un recado: “Escribe que tengo tuberculosis, para que vengan a visitarme”. La enfermedad se desencadenó meses después de que La difícil juventud, su emblemático libro de cuentos, cumpliera medio siglo desde su publicación. El aniversario no había pasado inadvertido para la prensa y los admiradores de su breve, aunque vibrante obra, que incluye también el ensayo Gogol, un hombre en la trampa. El mal lo descubrió el propio Giaconi, una noche de septiembre pasado en que despertó sumido en una sudoración fría, síntoma inequívoco de la tuberculosis. Estaba en Valparaíso, donde asimismo tomó conciencia de que había descuidado su alimentación y, por tanto, estaba desnutrido. El descalabro lo obligó a venirse a Santiago y aquí por sus propios medios encaminó sus pasos al Hospital Lucio Córdova, dependiente del Barros Luco. Ahora yace en una cama de ese centro asistencial, por fortuna en un cuarto privado que él presume le asignaron como reconocimiento a su “dignidad de escritor”. Si bien afirma que las medicinas han surtido efecto y que pronto estará de regreso en las calles de la ciudad, su apariencia es inquietante. Se le ve muy flaco, la respiración por instantes se le torna difícil y cada cierto tiempo exclama: “¡Maldito hipo!”. Desde luego, su sentido del humor no lo abandona. Como cuando dijo que él nunca fue a la universidad, pero que “me siento como si hubiera egresado de Harvard”. Durante la visita tuvimos que cubrirnos el rostro con una mascarilla. Lo encontramos tendido de costado, escuchando música clásica, en un mutismo que rápidamente, tras los saludos, intercambió por una actitud locuaz, como poniéndose el traje de escritor. Se le vino entonces una frase a la mente: “La vida es una representación teatral”. Es una cita de Shakespeare, que luego repite en inglés y que anotó en su novela inacabada F. Obra que viene a ser su balance existencial. Y luego explica: “Mi papel ha sido el de un hombre algo perdido en la vida, que no sabe de qué se trata y eso precisamente lo hace vivir en busca del factor sorpresa”. Pero muy pronto deja a un lado las frases para el bronce y con gesto perplejo añade que jamás imaginó, como lector de la literatura rusa del siglo XIX, hallarse al final de su vida en un aposento como los descritos por Fedor Dostoievsky.

LA ETERNA JUVENTUD Su abatimiento físico se justifica por su abuso, en los últimos meses, del tabaco, el alcohol y la marihuana. Lo confiesa abiertamente, más aún, afirma que no le recomienda la marihuana a la juventud, salvo “por esparcimiento, pero no de manera permanente”. Lo más asombroso es su retorno al trago, ya que lo había abandonado años atrás, reemplazándolo por la hierba. Hasta hace un tiempo se felicitaba por esa decisión, que lo mantuvo en un precario, aunque soportable, equilibrio en las décadas recientes. Ahora que la vorágine ha pasado, asegura que no echa de menos esas sustancias, porque, a su modo de ver, “los vicios lo abandonan a uno, no viceversa”. ¿Será su caso representativo del destino de los escritores chilenos? No son pocos los que han llegado hasta el mismo punto de Giaconi, como les sucedió a los poetas Jorge Teillier y Rolando Cárdenas (sus compañeros generacionales), pero naturalmente no es una regla. En Giaconi parece haber influido su nueva vida en calle Rosal, en el centro de Santiago, después de permanecer casi 13 años en la casa de una hermana, en el barrio alto. De algún modo fue como recuperar sus años de juventud, por la proximidad de calle Villavicencio, donde habitó en pensiones borradas ya por el tiempo. Pero él dice que su idea no era recrear el pasado, cuando se tomaba fotos en motocicleta, de lentes oscuros y chaqueta de cuero. Era un muchacho de acentuada erudición y de aspecto irreverente, aunque siempre hubo una nota de fragilidad en su ser; de hecho, padeció una delicada operación al fémur izquierdo por la presencia de un tumor. “Se dio en forma natural que regresara a ese barrio –insiste–, aunque no niego que esas calles tengan una significado personal fuerte. Mi apego a la juventud es mi mayor instinto de supervivencia. Por eso y por mi inclinación a sentirme libre, nunca hubiera podido venderme al neoliberalismo salvaje”. Pero lo suyo requiere una explicación más larga y por eso vuelve a hablar: “Cuando volví del extranjero, hace 14 años, lo más impactante fue mi sentimiento de orfandad. Me vi con una personalidad escindida. Al regresar al centro el capullo se abrió, floreció. Prescindiendo del hecho de que uno siempre se siente solo en este ‘mar de los sargazos’ que es la vida, me pareció increíble haber estado secuestrado en mí mismo durante tanto tiempo. Pero al final incidió en mi salud. También encontré el mundo más feo, cruel y materialista, todo lo que he aborrecido en mi existencia”. Como sea, Giaconi se sumió en el caos doméstico, sin alimentarse y olvidándose de las cuentas que se acumulaban en algún rincón. Su proyecto de terminar la novela F continuó postergado. Ahora dice que son las vueltas propias de la vida de un escritor y que él las ha conocido todas. El hecho de escribir, sin embargo, lo considera un factor de “salvataje”. “Mis labores de escritor me sitúan dentro de la sociedad de una manera especial; sin eso sería una ‘volada huacha’, sin dimensiones de identidad personal. La dignidad del escritor es la conciencia; aquel autor que transa con sus principios pierde la conciencia y se convierte en un peligro para el medio. Por algo José Stalin decía: ‘Los escritores son ingenieros del alma’”. GIACONI Y LA POESíA Como él mismo dice, hasta el mes de junio fue un drogadicto (lo afirma con reticencia, porque “no me siento orgulloso de ello”). Pero ahora nuevamente tiene la inquietud de publicar. Lo más cercano que tiene es un volumen de Poesía reunida, en que incluiría su poemario La caída de Occidente, sus versos en inglés y otras composiciones dispersas, y que sería editado por Cuarto Propio. Además, junto al poeta Francisco Véjar prepara un libro de conversaciones, que podría llegar a ser su testamento literario. Sin embargo, su mayor desasosiego es finalizar el mega relato F, experimento que sería el mayor esfuerzo de su arte y con el cual pretende ponerse a la altura del irlandés James Joyce. ¿Será acaso esa enorme ambición la que paralizó su escritura, que prometía grandes novedades para la literatura chilena y latinoamericana? Numerosos críticos y narradores se hacen esta pregunta, pero probablemente nunca tenga respuesta. Tampoco Giaconi sabe si su derrotero hubiese sido diferente de haberse casado y tenido hijos. “Tal vez sí –reflexiona–, pero yo elegí mi camino. También no estoy tan seguro de que uno elija realmente o está predeterminado a escoger lo que al final le ocurre. La vida se reduce a no estar seguro de nada”. Es un hecho, no obstante, que a sus 77 años Giaconi necesita equilibrar sus costumbres solitarias con la compañía de otras personas, y por eso tiene decidido irse a vivir con unas amigas de su edad cuando abandone el hospital. “De otro modo volvería a lo mismo”, admite sin remilgos. Mientras avanzaba la entrevista, entre sus resuellos y sus risas al posar para las fotografías, una enfermera le llevó un tazón de leche y una marraqueta sin nada. Era su “once”, que él no miró con buenos ojos. “Aquí la comida es pésima”, confidenció, y luego exclamando: “¡Lo primero que haré al salir de este lugar es comerme un buen asado con los amigos!”. Nuevamente ríe y parece sentirse otra vez dueño de su propio mito, aquel con el cual concita la admiración de los escritores jóvenes que anhelan una leyenda viviente de rebeldía y displicencia con el mundo. Al poco rato, da la impresión de adivinar estos pensamientos, cuando asegura: “Mi juventud no es de exterioridades, tiene que ver con mitos como Fausto: el rechazo de la vejez como anticipo de la muerte. Si ese instinto decae, la suerte está echada”. Fue paradójico que en esta ocasión, a diferencia de otras conversaciones con Giaconi, no hablase largo y tendido de su pasado. Mencionó brevemente la depresión de 1939, que arruinó económicamente a su familia, y luego los años en Nueva York, durante la dictadura de Pinochet, los cuales habrían formado su carácter. Le preocupaba algo más urgente, quizá comerse las empanaditas de mariscos que un amigo le llevó subrepticiamente, o tal vez las horas de soledad que tenía por delante, una vez que se acabara el horario de visitas. Al momento de las despedidas pareció volver a enfrascarse dentro de sí, como les ocurre a menudo a sus personajes, aunque de todos modos tuvo la habilidad de decirles una última frase a sus lectores: “Veo la muerte totalmente impávido”.


domingo, 24 de junio de 2007

Los moros y Jorge Yañez





Get this widget | Share | Track details

Un recuerdo para Jano




Cabra


... La vida es lo más
hermoso que podemos tener.
... Tu arte
Tu sensibilidad
Tu canto
Tu risa
necesitan expresarse

Día a día... segundo
a segundo
no permitas
que se aparten
de ti

... sigue riendo
sigue cantando
sigue amando

" ¡y a la vida
más que a nadie!"

el cabro que te quiere
Jano


Un homenaje a la distancia, esa distancia irreconciliable por el momento, esa distancia cercana, inasible, un homenaje a mi amigo que canta en el eco del viento.
Yo aún te escucho, cabro, en esas pequeñas cosas que sabíamos nos harían recordar.
Para ti, amigo, Alejandro Liberona Cartes (Janito).
(Marzo 1954- Agosto 2000)

jueves, 21 de junio de 2007

La primera Comadreja




Las lenguas de tu marcha van corriendo

Como un agua oscura,
como sol desvanecido
en una píldora
o gato enfurecido.

Como perla de desague,
Trono secuestrado, hiel.
Cañon y espesura,
carne traspasada: miel

de alabastro, de radiografía,
dulzura transparente, precoz
silencio de matriz
en parto de Luz. Veloz,

como el cielo, azul
como diciembre. Tibio
ocaso de lengua
en el oscuro llanto mío.


Eduardo Morales

miércoles, 20 de junio de 2007

La columna del reverendo Prelle




Me quedaré aquí sentado tomado el vino de otro

Que me acompañe un reo, un asesino
un ladrón o tal vez Dios.
Al final de la historia
cuando deje de escuchar esta mente ebria
el silencio ocupará su espacio.

La gloria caerá sobre nosotros
como sombrero de copa.

Con los ojos en el suelo
el mismo vino, las mismas bocas
la misma historia
los mismos amigos tristes.

Todos seremos más poderosos
después de la lluvia.


Italo Prelle

sábado, 19 de mayo de 2007

Comunión




Inmaculada vida que se transforma en paisajes sonoros
de voces milenarias navegando entre idiomas babilónicos

No espera vivir para morir, no espera morir para vivir

Solamente un Dios le permite caminar en el mar
Solamente un Dios la observa desde los cielos
Solamente un Dios la enterrará en sus tierras

En círculos infinitos se despliega desnuda
Sin padres, hermanos, sin raíces: es aire

Se funde y ríe sobre las arenas invisibles

La madera silenciosa de los árboles la abraza
Y se desliza por sus montañas verdes, infinita

Sus alas de fuego son nubes desplegadas

La luna entre sus manos acaricia el alma, vigilante.
El sol aguarda al final de todos los universos

Perdona a los pecadores porque ellos caminan ciegos

Comulga, secreta y clandestina, con el día, con la noche
Con el cosmos impertérrito, majestuoso y conmovido

Por los parques de la tarde, una dama sin nombre, desaparece

Mariela Ríos Ruiz -Tagle

miércoles, 9 de mayo de 2007

Un poema que se escribe a diario


Stephano Vitale

Si yo perdonara, madre
¿me bendecirías tú?

Si, perdón, yo ven - g - o - a
per donar
Donar me, donar te
A per donar nos
qué de per - dones haría!

bendecir
ben decir
bendecir-me
ven - a - decirme

a - bien - decirme
madre
ven, bien


Nora Muñoz

martes, 1 de mayo de 2007

Un árbol en medio de la casa


Hay un árbol en medio de la casa
Un árbol que flota en el piso como una aparición
Un árbol que jamás creí poder instalar en mi vida,
luces de colores que bailan y sonríen.

Un árbol que transita por nosotros, lleno de sueños y promesas
y cuelga el tiempo que transcurre de un año a otro
repite fosforecencias y aplausos de niños
Y me retorna a ciertos espacios
a una casa con puertas inexistentes
a tardes de pesebres improvisados y manos de niña fabricando sueños
ventanas pequeñas con el barrio y los postes adentro
y parabrisas que resbalan en el crepúsculo

La mano del padre que clavaba y aturdía
llevándonos a la esquina donde el pascuero siempre a destiempo
siempre impredecible
se nos escurría rosetones, papeles envoltorios
y regalos maravillosos que desaparecían
por los rincones de las casas abandonadas

Hay un árbol en medio de la casa
que levanté con mis propias manos
y llené de frutos y rocío
raíces gigantescas que buscan la tierra silenciosa,
el agua primigenia

Hay un árbol en medio de la casa
como aquella casa que hoy no existe
que quedó flotando en el tiempo y la tristeza
en la memoria de la madre que ya ha olvidado
una casa que hoy sólo guarda como testigo
un árbol capa caída ramas desnudas pájaros mudos sentados al borde

Hay un árbol que salió volando
la última navidad con destino incierto
un árbol tras una niña con manos blancas y luces en los dedos
un árbol que recorrió demasiados años
y hoy me encuentra
frondoso y frondosa
y hoy lo encuentro
raíces profundas ramas al aire
y un hijo reclamando un árbol y el amor que lo decora.


María Alicia Pino Pozo