sábado, 10 de octubre de 2009

Y el amor, el amor, el amor



El silencio que avanza entre mis labios, los ojos cerrando el destino, la palabra que se esconde entre los dientes, el corazón hacia adentro como el alma del niño jamás nacido. Y la voz repitiendo en el recuerdo, la incesante, la gota que urde la memoria; no hay camino hacia el olvido mientras continúes sonriendo entre mis células, mientras el átomo azul que me fecunda no libere las noches que vaciaste en hijos, las últimas abejas que nos germinaron.
No me traigas marchitas, mujeres con úteros de piedra, besos destruidos, alma tuya enredada entre sábanas sucias, ajenas, derrotadas. La brisa en el balcón me lo cuenta todo, las nubes revestidas de ángeles traidores, Luzbel atravezando la puerta y sonriéndote en la alfombra.
Ahora ten calma, ahora ten fe, el ángel cayó desde el piso 19.
La ramera soñaba alas para su infierno.

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